sábado, 2 de mayo de 2009

Jeanne y La Carta, una nominación póstuma

Mucho se habló el año pasado sobre una posible candidatura póstuma de Heath Ledger al Premio de la Academia gracias a su personificación de “El Guasón” (The Joker) en Batman, El Caballero de la Noche (The Dark Knight, Christopher Nolan, 2008). Los fans y la prensa presionaron a la comunidad cinematográfica a nominar (y en la mayoría de los casos, premiar) a Ledger a cuanto reconocimiento se presentara rumbo al Oscar. Y cuando en 2009 se anunciaron las candidaturas al premio más importante de Hollywood, el paso de la nominación al triunfo fue solo requisito. El interés mediático del reconocimiento oscaril para este actor creció desde que una muerte abrupta lo sorprendió dormido en su departamento de Manhattan, y aún antes de que se estrenara la citada película, ya había quienes aseguraban que el Oscar al Mejor Actor Secundario sería para él, como finalmente sucedió. El talentoso actor ha sido el último interprete en conseguir desde el más allá esta distinción, pero no el único. Y obviando los casos de las dos nominaciones póstumas de James Dean, del triunfo del desaparecido Peter Finch, y otros ejemplos, hoy hablaremos sobre el primer caso de nominación póstuma que sucedió en los 81 años de historia de la famosa estatuilla. Ocurrió apenas en la segunda edición de estos premios, y el honor, si puede llamársele así, correspondió a una mujer, la arrogante pero talentosa actriz Jeanne Eagels. Y esta es su historia…


Bautizada como Amelia Jeannine Eagles, la actriz nació el 26 de Junio de 1890 en Kansas City (otras fuentes refieren a Boston), en una empobrecida familia de ocho integrantes, con tres hermanos y dos hermanas. De madre irlandesa y padre español, cuando tenía seis años, su padre la mandó con un instructor local de formación, que le enseñó pasos de baile, a recitar poesía y ocasionalmente actuación. Ella diría que la primera obra en que actuó fue a los siete años en Sueño de una Noche de Verano en el papel del travieso duende “Puck”, aunque en otras entrevistas dijo que su debut había sucedido con otra obra shakesperiana, Hamlet. A los 11 años de edad decidió dejar la escuela y volverse actriz profesional, comenzando a tomar experiencia en obras que se representaban en teatros locales, o en la compañía ambulante de la familia Dubinski, que sostenían una carpa de entretenimiento popular. Eagels y Morris Dubinski, el mayor de los hermanos, se casaron, probablemente en la adolescencia de la actriz, y engendraron un hijo. Hay historias que dicen que el niño fue adoptado por amigos de la familia, y hay otras que aseguran que el bebe murió al nacer. Lo que fue cierto es que ella se separó de su esposo y decidió probar suerte en el competitivo mundo teatral de Nueva York. Se tiñó el pelo de rubio e inventó que era española con linaje irlandés, asegurando que su apellido era Aguilar, que en términos generales se deriva de “Águila”, y al pluralizarlo y traducirlo al inglés se lee “Eagles”; ella cambiaría la ortografía al pensar que “Eagels” se vería mejor en las marquesinas. Tratando de borrar su pasado, se presentaba a si misma como una chica ingenua y virginal y adoptó un acento inglés. A los 20 años se inicia en Broadway como corista, y pasa a ser una de las chicas del coro del famoso empresario Florence Ziegfeld, pero estaba decidida a establecerse como una actriz dramática, así que se matriculó en escuelas de actuación privadas, hizo un viaje a París para refinarse y a su regreso actuó en los escenarios al lado de actores de la talla de Leslie Howard o George Arliss, y del famoso imitador de mujeres Julian Eltinge.


Con cada obra que hacía, Jeanne iba ganando admiradores tanto de público como de la crítica especializada. En 1914 decide investigar el medio cinematográfico. La técnica de filmación, muy distinta a la dirección de actores en el teatro, le agradan, y debuta oficialmente con un rol estelar en la cinta de misterio The House of Fear (John Ince, Ashley Miller), estrenada en diciembre de 1915 mientras continúa con sus compromisos en los escenarios. Los críticos de Nueva York aplaudieron su rol como prostituta regenerada en la obra “Outcast” de finales de 1915 y comienzos de 1916, y la Compañía Thanhouser Film la requirió para su adaptación en cine bajo el titulo de The World and the Woman (Frank Lloyd, Eugene Moore, 1916), con una historia especialmente escrita para ella por Philip Lonergan. A partir de entonces inició una frenética carrera en el cine, aunque solo participaría en 9 producciones. Se ha rumorado que por esta época, Jeanne contrajo segundas nupcias con el famoso actor John Barrymore, enlace que solo duró un año y también terminó en divorcio. No existe sin embargo ninguna evidencia impresa del suceso, pues sus primeros matrimonios fueron tan cortos que cayeron en el olvido y estos hechos fueron omitidos en la publicidad que hubo cuando ella alcanzó la fama, y el primer matrimonio del actor se registra de 1910 a 1917, y el segundo de 1920 a 1928, y si es que ocurrió su enlance con la actriz, tuvo que haber sido en el lapso entre los dos primeros matrimonios de Barrymore. Eagels trabajaba duramente en películas durante el día y por la noche en los escenarios teatrales, lo que la llevó a sufrir insomnio y fatiga y para lo cual pidió un tratamiento médico contra el cansancio, cosa que durante este periodo probablemente la convirtió en adicta a las drogas. La rutina de trabajo continuó hasta 1920. En 1919 hace su quinta participación en cine en un cortometraje, que al igual que sus anteriores filmes es considerado hoy día totalmente perdido.

Con el sufrimiento de sinusitis crónica y otras enfermedades, Eagels descendió la resbaladiza pendiente de automedicarse, una desafortunada situación que se agravó por su afición a beber. El éxito que la haría inmortal en el teatro le llegó en 1922, cuando se ganó el papel de la prostituta “Sadie Thompson” que una actriz había rechazado para la obra de John Colton y Clemente Randolph: Rain, dirigida por John D. Williams, sobre el texto de William Somerset Maugham y en la que se basó la película La Frágil Voluntad (Sadie Thompson, Raoul Walsh, 1928) con Gloria Swanson. La obra duró unas 648 representaciones en Broadway y ocupaba hasta ese momento uno de los records más largos de la historia del teatro. A la edad de 35 años, Eagels había desarrollado una reputación como una temperamental actriz con el gusto por la bebida, y no pocas veces había salido borracha al escenario, pero siempre brindando una gran actuación. En 1925 se casó en secreto con el corredor de bolsa y antiguo deportista de Yale, Edward H. Coy, pero su incompatibilidad de carácter y sus problemas maritales los llevó a la separación en 1928. Ella alegó abuso físico y lo acusó de romper su mandíbula durante un enfrentamiento en el que Coy la había amenazado con hundir su carrera en ciernes dañándole su rostro. El hombre no se defendió y el matrimonio fue disuelto.

Tras siete años de retiro, Jeanne vuelve a las pantallas hasta 1927 para intervenir en Hombre, Mujer y Pecado (Man, Woman and Sin, Monta Bell, 1927) de la MGM. El actor John Gilbert, que al parecer sostuvo un romance con ella durante el rodaje dijo que fue la actriz más temperamental con la que había trabajado. Llegaba tarde al estudio y luego desaparecía durante varios días sin informar al director, mientras la prensa especializada de Hollywood registraba sus excesos. Monta Bell pidió al estudio que terminara su contrato con Eagels, cosa que hicieron. Afortunadamente, hubo suficiente metraje para que el director pudiera salvar la película sin necesidad de volver a filmar desde el comienzo. Sin embargo la cinta fue un fracaso debido principalmente a las malas críticas hacia el trabajo de Gilbert, aunque éste se repondría con la llegada de Love (1927), junto a Greta Garbo, que fue un éxito en taquilla.

El indefendible comportamiento poco profesional de la actriz en el escenario, así como sus repentinas desapariciones y cancelaciones, hicieron que el gremio sindical Actor’s Equity le suspendiera el permiso actoral durante 18 meses y le prohibiera pisar un escenario en Nueva York durante ese lapso de tiempo. Ella entonces volvió a enfocar su carrera en el cine, donde había productores desesperados por actores teatrales a la llegada del sonoro. Irónicamente, Monta Bell ahora trabajaba para la Paramount y contrató a la actriz para su regreso a las pantallas.

La primera película de Eagels para este estudio fue La Carta (The Letter) producida por Monta Bell y dirigida por Jean de Limur, sobre otra famosa novela de Somerset Maugham, que en Broadway había estelarizado Katharine Cornell. Esta mítica cinta constituyó todo un éxito del melodrama clásico de aquellos años, donde se combinó una novel dirección con el debut de talentosos actores. Jean de Limur era un francés radicado en Estados Unidos que había iniciado su carrera como actor en 1922, y luego como escritor en 1928 siendo uno de los guionistas de La Legión de los Condenados (The Legion of the Condemned, William A. Wellman, 1928). La Carta fue su debut como director. Por otra parte, el trío de galanes que secundan a la protagonista eran relativamente nuevos en Hollywood: Reginald Owen era un actor inglés, y aunque había trabajado en Broadway, este filme constituía su debut en el cine americano. O.P. Heggie era un australiano que había emigrado a Estados Unidos en 1901, y La Carta apenas era su segundo trabajo en Hollywood. Herbert Marshall era otro actor proveniente del Reino Unido, donde había ya debutado en cine, y cuyo trabajo con Eagels significaba su debut en América y su segunda película. En la magnífica versión que William Wyler haría de la obra de Maugham en 1940, Marshall volvería a participar, pero esta vez interpretando al esposo engañado y no al amante.

El argumento de la cinta trata sobre el encubrimiento de los verdaderos motivos que llevaron a “Leslie Crosby” (Jeanne Eagels), la esposa del dueño de una plantación de caucho a asesinar a uno de los trabajadores del lugar (Herbert Marshall), mientras se hace lo posible por evitar que sea juzgada con la pena máxima, alegando “asesinato en defensa propia”. Ella y el abogado amigo de la familia (O.P. Heggie) deberán de evitar que una reveladora carta que puede poner al descubierto el engaño, llegue a las manos del noble esposo (Reginald Owen), como se propone hacer la viuda oriental del finado (Lady Tsen Mei).



La Carta constituyó la cima de la carrera cinematográfica de Jeanne, toda la prensa especializada alabó su actuación seductora y nerviosa, y la Paramount le firmó un contrato por dos películas más: Celos (Jealousy, Jean de Limur, 1929) y The Laughing Lady (1929). Para Celos, basada en la obra de Eugene Walter, la actriz había escogido para el papel masculino principal al actor inglés Anthony Bushnell, pero durante la filmación su voz no fue la adecuada y tuvo que ser sustituido por Fredrich March. La película que trata sobre los celos justificados de un esposo hacia su mujer, propietaria de una tienda de ropa, no fue el éxito que se esperaba, y Jeanne pidió al estudio le revocara su contrato para la tercera cinta, argumentando que el guión no le gustaba. La película se realizó pero el estudio estuvo obligado a sustituir a la diva por Ruth Chatterton.

El cese impuesto por Actor’s Equity debía expirar en otoño de 1929, así que Eagels se preparó para su regreso a Broadway. En septiembre se realizó con éxito una cirugía para tratar un problema de úlceras en los ojos que le había causado la sinusitis. Dos semanas después de la cirugía, en la noche del 3 de octubre de 1929, ella se preparaba para una salida nocturna por la ciudad, pero cayó enferma y fue trasladada a un hospital particular en la 5ta Avenida. En la sala de espera sufrió una convulsión que la hizo morir en seguida. Tres autopsias le realizaron durante los tres meses siguientes y en cada una se llegó a diferentes conclusiones respecto a la causa de su muerte: una sobredosis de alcohol, exceso de tranquilizantes de hidrato de cloral, e ingestión de heroína, tres sustancias que se encontraron en su sistema al momento de su muerte. Se sugiere que la inconsciente Eagels había recibido un sedante por un primer médico para su tratamiento, y que posteriormente un segundo médico, sin saber que ella ya había sido sedada, había dado a la actriz una segunda inyección, causando así la sobredosis que la mató.

Al morir intestada, su finca con un valor estimado de $52.000 ($562.000 dólares en 2005) pasó a su madre. El servicio fúnebre se celebró en la funeraria “Campbell” en la ciudad de Nueva York, el mismo establecimiento que había manejado el funeral del ídolo Rudolph Valentino tres años antes. Fue igualmente un servicio al que acudieron amigos, fans y estrellas del espectáculo. Su cuerpo sería sepultado en Kansas City, la ciudad natal de la estrella que alguna vez dijo: “Yo soy la actriz más grande del mundo y el mayor fracaso. Y a nadie le importo un bledo”.

Los jefes de los estudios siempre hicieron sus mejores esfuerzos para mantener la verdadera información de su estado de salud fuera de la prensa, y continuamente afirmaban que sus frecuentes visitas a los sanatorios se debían a una enfermedad hereditaria. Cuando ella murió, su representante insistió en que había muerto de un derrame cerebral, pero la verdad no se descubrió hasta muchos años después. Un mes luego de su muerte, se estrenaría Celos, su última película. Y llegó la Segunda entrega de Premios de la Academia.

Hollywood vivía tensos momentos con el cambio al cine sonoro y la desaparición de las estrellas cuya voz no resultaba tan agraciada como su presencia en pantalla. Por lo tanto, era difícil valorar las cintas, dirección y actuación que debían tomarse en cuenta para las nominaciones al premio. Como iba ser la primera ceremonia que se hiciera en presencia de medios de comunicación (sería transmitida por radio), la academia decidió no hacer públicas las nominaciones y tampoco adelantar a la prensa el nombre de los posibles ganadores hasta el momento mismo de la ceremonia. No se entregaron certificados de nominación como se había hecho el primer año, y el banquete de entrega se programó el 3 de abril de 1930 a honor de los filmes hechos entre 1928-1929, casi ocho meses después de concluido el período de elegibilidad.


La ceremonia se celebró en el Coconut Grove del Hotel Ambassador de Los Ángeles, y solo se leyó el nombre de los ganadores. Nadie supo contra quienes compitió. Sería hasta años después cuando buscando datos que esclarecieran el vacío de las nominaciones, se encontraron indicios de las cintas o los trabajos que pudieron haber sido considerados a la estatuilla dorada por el Panel de Jueces que decidía la elección. Así, en la categoría de Mejor Actriz, se ha supuesto que los votantes contemplaron a Jeanne Eagels por su sobresaliente actuación en La Carta, estrenada en abril de 1929, convirtiéndose entonces en la primera intérprete en ser “nominada” post mortem a un Premio de la Academia. Sin embargo, el Oscar de Mejor Actriz iría a parar a la “novia de América” y miembro fundador de la Academia, Mary Pickford, por Coqueta (Coquette, Sam Wood), su primera cinta sonora,

Al momento de su muerte, Jeanne Eagels tenía 39 años, y sus dos películas sonoras, La Carta y Celos, se renovarían con el gran protagonismo de Bette Davis. La Carta sería dirigida por William Wyler en 1940, y le daría una nominación al Oscar a la Davis como Mejor Actriz, y Celos sería retitulada Engaño (Deception, Irving Rapper, 1946). Además Davis también desempeñó un personaje en su película Peligrosa (Dangerous, Alfred E. Green, 1935), que está inspirado en la vida de Eagels, y que la hizo ganar su primera estatuilla dorada. Una biografía más oficial fue Jeanne Eagels (George Sidney, 1957), cinta en blanco y negro que ficcionalizaba la vida de la actriz, interpretada por Kim Novak.



La Carta de 1929, aunque no sobresale en su puesta en escena como la versión de 1940, es recordada por haber dejado impune el asesinato cometido por "Leslie Crosby", ya que el cine aún no vivía problemas de censura. Para el recuerdo aquella frase de Jeanne Eagels viendo hacia la cámara en la escena final del filme: "Con todo mi corazón y toda mi alma, todavía amo al hombre que maté..."

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