jueves, 24 de febrero de 2011

Y el Oscar es para... ¿Natalie Portman?




Este domingo 27 de febrero en el Teatro Kodak de Los Ángeles tenemos nuestra cita anual (por televisión, por supuesto) a la ceremonia de entrega de los Premios Oscar en su edición número 83, premios otorgados por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos. Se premiará (o al menos se intentará premiar) lo mejor de la industria cinematográfica que ha visto Hollywood durante el año 2010.






Como siempre, las apuestas se dividen generalmente entre dos bandos, y aunque muchas categorías pueden resultar muy predecibles, de vez en cuando lo favorito es dejado de lado a favor de lo “mejor”, o al revés, como casi siempre sucede. En El Edén Sideral hemos visto la mayoría de las películas nominadas en la categoría principal, y aunque nuestros votos se inclinan a favor de algunas y en contra de otras, no podemos pasar por alto las opiniones de la crítica especializada que asegura que en la verdadera contienda solamente militan dos: La Red Social (The Social Network, David Fincher) vs. El Discurso del Rey (The King Speech, Tom Hooper). En pocas palabras, temática de actualidad contra evento histórico. Este sitio por supuesto tiene sus favoritos, pero no será en esta entrada donde los revele. Y en las categorías de actuación suponemos que también se sabe por donde van los tiros. ¿Esperamos alguna verdadera sorpresa este domingo? Sorpresa sería que ganara Toy Story 3 el premio a Mejor Película, que Javier Bardem consiguiera la estatuilla como Mejor Actor y Jennifer Lawrence la de Mejor Actriz. Pero bueno, como ya hicimos el año pasado divagando sobre la certeza de las predicciones a favor del Oscar para Sandra Bullock, hoy hablaremos de las probabilidades que tiene esta chica de aspecto puro y virginal que nos sigue teniendo tan cautivos como desde hace ya muchísimos años. Ella es Natalie Portman, y compite por la película El Cisne Negro (Black Swan, Darren Aronofsky).







¿De qué trata la película? Nina (Natalie Portman), una brillante bailarina que forma parte de una compañía de ballet de Nueva York, vive completamente absorbida por la danza. Nina es perfecta, un cisne blanco de movimientos gráciles e impecables que danza en etéreo compás por encima del resto de mortales. Pero también es una mujer reprimida, que duerme custodiada entre muñecos de peluche, sufre la insidiosa competitividad de sus rivales y se ahoga en los sueños frustrados de una madre (Barbara Hershey) dominante. Nina sueña con ser primera bailarina y obtener el papel de su vida. Esa oportunidad se le presenta cuando comienza el montaje de El Lago de los Cisnes. Ella es perfecta para el papel de la princesa convertida en cisne blanco, pero no posee la fuerza y malicia para representar a su contraparte, el cisne negro. La rivalidad con Lily (Mila Kunis), una nueva compañera que tiene los atributos necesarios para encarnar ambos personajes y ser la protagonista de la función, así como las presiones del director (Vincent Cassel), se agudizan a medida que se acerca el día del estreno. Esta tensión provoca en Nina un agotamiento nervioso y una confusión mental que la incapacitan para distinguir entre realidad y ficción. Un magnífico descenso a los infiernos de una psique torturada, un cisne negro que pugna por salir, por liberarse de todas las ataduras y el sufrimiento que lleva acumulado en tantos años de disciplina, dolor e inhibición...






Natalie Portman confesó que las exigencias del rodaje de El Cisne Negro fueron tan duras que creyó que moriría interpretando su papel, un papel especialmente escrito para ella. La actriz tuvo que perder nueve kilos y someterse a jornadas maratonianas de entrenamiento para adaptarse al personaje, y era consciente de que se estaba echando a perder por un proyecto profesional. Pero aquello valió la pena. Conoció al coreógrafo Benjamin Millepied, con quien empezó una relación sentimental y actualmente está esperando una hija suya. Además, gracias a ese esfuerzo por dotar de autenticidad a su personaje, hoy se encuentra como la favorita para llevarse el Oscar de Mejor Actriz del año. Ha ganado el Premio de la Sociedad de Críticos de Phoenix, de La Vegas, de Kansas, de Florida, de Dallas, de Chicago, de Ohio, de Boston, de Austin, y otros. Ganó el Globo de Oro y el BAFTA, y hace unos días, también el premio del Sindicato de Actores, los Screen Actors Guild. ¿Qué le falta? Por supuesto, el Oscar.









Así que intentaré aportar mi granito de arena a todo lo que sobre la entrega del Oscar ha salido por estos días en cientos de Blogs, y expondré brevemente las posibilidades de que esta mujer de casi 30 años gane o no su estatuilla dorada. Lean y opinen.






¿Por qué Natalie Portman no debiera ganar el Oscar?

1.- Porque Annette Bening ya lleva tres nominaciones infructuosas, dos como Mejor Actriz y una como Mejor Actriz de Reparto, y siempre ha quedado como la segunda opción después de las ganadoras. La cuarta puede ser una buena oportunidad, ¿o esperaremos a la quinta?

2.- Porque tiene 29 años y un futuro promisorio. No será la última vez que la veamos en la competencia.

3.- Porque hasta el momento es la primera y única actriz israelí en ser nominada al Oscar, y a los miembros de la Academia les gusta premiar el talento americano.

4.- Porque está embarazada, y eso huele a chantaje emocional. Una ventaja extra sobre sus demás compañeras de nominación. En la historia, solo Catherine Zeta-Jones ganó la estatuilla estando encinta al momento de la ceremonia de premiación (2003), pero como Actriz de Reparto.

5.- Porque de haberse rodado hace 17 años El Cisne Negro, la película hubiera sido protagonizada por la destronada Winona Ryder, la actriz de moda en aquellos momentos. Dos nominaciones al Oscar tuvo y nunca ganó. Y ahora, tanto en la vida como en la ficción, Ryder ha entregado la estafeta a Portman, sabiendo que es momento de que otra logre el triunfo al que ella alguna vez aspiró.

6.- Porque todo el mundo opina que Natalie Portman ganará como Mejor Actriz, y que Colin Firth como Mejor Actor, y por supuesto, a nadie le gusta que le cuenten el final de las películas ni los triunfos previsibles. Amamos las sorpresas.









¿Por qué Natalie Portman debiera ganar el Oscar?

1.- Porque en los últimos 13 años, las ganadoras de la estatuilla como Mejor Actriz han sido en 11 ocasiones actrices menores de 37 años.

2.- Porque tiene una carrera desde el inicio de su adolescencia y ha crecido física y actoralmente frente a las cámaras de la gran pantalla, es una figura recurrente tanto en los filmes de acción como en los dramas.

3.- Porque esta es su segunda nominación al Oscar, y se merecía la estatuilla cuando fue nominada como Mejor Actriz de Reparto por Closer (Mike Nichols, 2004).

4.- Porque ya casi todas las estrellas jóvenes femeninas de las últimas dos décadas tienen un Oscar, y después de que ella lo gane, poco faltará para que le sigan en el triunfo Anne Hathaway, Keira Knightley y Amy Adams.

5.- Porque su actuación en El Cisne Negro será recordada como el punto más alto de su carrera como actriz, y si la premian, sería con toda justicia de acuerdo al nombre de la categoría por la que compite.

6.- Porque la Academia gusta de premiar personajes femeninos de personalidad ambivalente y mente confusa, ya lo hizo con Vivien Leigh (1951), Joanne Woodward (1957), y Charlize Theron (2003).

7.- Porque ha sido nominada a 3 premios Razzie, y se ha salvado de obtenerlos.

8.- Por la cantidad de premios como Mejor Actriz que ha recibido en los últimos dos meses, presentándose a recogerlos esplendorosamente hermosa llevando un bebé en su vientre.

9.- Porque la película por la que compite fue de las mejores propuestas del 2010, y no es justo que se vaya de vacío en la competencia por el Oscar, porque estamos seguros, el premio de Mejor Película, no lo obtendrá.

10.- Porque el público la quiere, haga lo que haga, y todos, o casi todos, están esperando el momento en que Jeff Bridges abra el sobre y lea su nombre como la ganadora de la estatuilla oscaril. Ella subirá al escenario emocionada, el público presente y los miles de televidentes alrededor del globo aplaudirán diciendo “lo sabía”, y estaremos atentos a sus palabras de agradecimiento. Rodará una lágrima indiscreta, y festejaremos con ella el triunfo de nuestra “Mathilda”, nuestra “reina Amidala”, nuestra “Alice”, nuestra “Evey”, y por supuesto, el reflejo de nuestro subconsciente, nuestra “Nina Sayers”, el cisne.




domingo, 13 de febrero de 2011

Diálogos Inolvidables: Un Hombre y una Mujer


Un Hombre y una Mujer
(Un Homme et une Femme, 1966)



Director: Claude Lelouch.

Guión: Pierre Uytterhoeven, Claude Lelouch.

Reparto: Anouk Aimée, Jean-Louis Trintignant, Pierre Barouh, Simone Paris, Valérie Lagrange.

Premios Oscar: Mejor Película Extranjera y Mejor Guión Original. Nominación por Mejor Director y Mejor Actriz. Palma de Oro a la Mejor Película en el Festival de Cine de Cannes.






Anne Gauthier (Anouk Aimée) y Jean-Louis Duroc (Jean-Louis Trintignant) son dos viudos parisinos que tienen dos hijos pequeños (Antoine Sire, Souad Amidou) estudiando en un internado en Deauville. Ella es asistente de cámara en la industria del cine, y él un famoso piloto de rallies. Ambos y por separado van a ver a sus hijos todos los fines de semana. Hasta que una noche ella pierde el tren de regreso a París y él se ofrece a llevarla de vuelta. Es así como se conocen y acuerdan verse el próximo fin de semana para ir juntos visitar a sus hijos, comenzando entre ellos una tierna relación, sobre la que sobrevuela sin embargo la sombra del recuerdo de los esposos muertos, pero también la necesidad de darse otra oportunidad en el amor.














Para celebrar este 14 de febrero, Día de San Valentín, la secuencia que hemos elegido reseñar de esta película francesa plena de romanticismo, se ubica camino a su metraje final: Jean-Louis ha ganado el rallie de Montecarlo y Anne le ha enviado un telegrama donde lo felicita por el triunfo obtenido y le dice que lo ama. Así que en plena noche de celebración, el piloto toma nuevamente su auto para viajar de regreso a París a reencontrarse con ella. En el trayecto se detendrá en una gasolinera, y cuando ya ha cargado el combustible, mientras conduce bajo una lluvia torrencial, oiremos la voz en off de sus pensamientos que planean con vacilación la manera en que deberá presentarse ante la mujer de la que también está enamorado.














Jean-Louis: Enviar un cable así es gran cosa. Se necesitan agallas. Imagínenlo, una mujer le envía semejante cable a un hombre. Yo nunca tendría esas agallas. ¡Una mujer maravillosa!... Si sigo así, estaría en París hacia las 6:30. Aún está en cama a las 6:30. ¿Qué haré? Iré a un pequeño restaurante, la llamaré. Cuando una mujer envía un telegrama que dice “Lo amo”, uno va a verla. Claro, puedo ir a verla...






Jean-Louis: No sé en qué piso vive. Despertaré a la portera… La portera dirá “No está” o “No puede subir”. Diré “Mire, lo siento, pero he conducido 3200 km., de hecho, 4800 km. para venir a verla. Lo siento mucho pero… voy a subir”. ¡Y subo! Timbro una vez, dos veces. No, timbraré sólo una vez, no deseo enojarla. Una vez basta… Demorará en despertarse. Quizá no abra. Dice “¿Quién es?” Yo contesto…, bueno, ¿qué diré? No diré “Es Jean-Louis”. “El papá de Antoine”, diré. El papá de Antoine. Sí, eso suena mejor… “¿Quién es?” “El padre de Antoine”. Ella abre la puerta… y estamos frente a frente. Está un poco abochornada. Después de todo, me envió un telegrama que dice “Lo amo”. Está abochornada. Es normal. Está en casa y abochornada. Y dice “Haré un poco de café. Viene de lejos, lo necesita”. Entro. No, ahora debo decir algo. ¡Qué cobarde! Digo… (no se le ocurre nada)









Jean-Louis: ¿Me detengo en Lyons y le envío un telegrama? Es una buena idea. ¡No lo es! Es estúpida. Mi telegrama llegaría pocos minutos antes que yo. Dejará de dormir, y cuando llegue la volveré a despertar. Por suerte aún tengo tiempo para pensar en algo mejor…







Por supuesto, a su llegada a París lo que Jean-Louis imaginó no es exactamente lo que sucede. Pero en definitiva, ese amor ilusionado que ha brotado entre ese hombre y esa mujer que han tenido ya su tanda de sufrimientos en un pasado cercano, han elegido este momento para empezar a decir adiós a lo anterior y abrirse a lo nuevo. No sin dudas ni sin obstáculos, no sin que sus escarceos estén marcados por las inseguridades, como en todo amor que se despierta, pero todo ello acompañado por reconocidas melodías de Francis Lai, intimistas y apasionadas.










domingo, 6 de febrero de 2011

México en el Oscar: Torero!

La primera corrida de toros de que se tiene registro en México, se celebró el 24 de junio de 1526, y el 13 de agosto de 1529, día de San Hipólito, se instituye oficialmente en nuestro país la fiesta de toros. Desde entonces, la evolución de esta afición tan vitoreada como criticada ha sido plasmada en multitud de ejemplos literarios y cinematográficos. En México, la primera película que aspiró a un premio Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood fue precisamente un filme sobre el género taurino. Pasen y vean…






El cineasta español Carlos Velo (1909-1988) llegó a México en 1939, exiliado por la Guerra Civil que había estallado en su país. Maestro de biología, había impartido cátedra en la Universidad Central de Madrid, conoció a Luis Buñuel y Federico García Lorca, y curiosamente, desde su especialización como biólogo, entró en contacto con el mundo profesional del cine, pues fue Velo el encargado de suministrarle a Buñuel las hormigas rojas que precisaba en la filmación de Un Perro Andaluz (1929). En 1934 comienza a realizar sus primeros documentales, y al año siguiente realizó Felipe II y el Escorial durante unas vacaciones en su tierra, Galicia. Cuando este documental se exhibió en la Exposición Internacional de París recibió el primer premio y el diploma de un jurado que presidía Luis Buñuel.

En la capital mexicana, se reunió en la casa del pintor David Alfaro Siqueiros con otros intelectuales españoles. Dio clases de Biología General en el Instituto Politécnico Nacional, recién inaugurado por el presidente Lázaro Cárdenas y se nacionalizó mexicano. Prosiguió con la docencia en distintos centros hasta que en 1944 decidió abandonar el trabajo afectado de una fuerte depresión que le causó la súbita muerte de su mujer.

Recuperó los ánimos sumergiéndose en el cine. En 1946 ganó como coguionista un Premio Ariel de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas por Entre Hermanos (Ramón Peón), junto a Emilio Fernádez y Mauricio Magdaleno. Se ocupó desde 1946 hasta 1953 de la dirección del Noticiero Mexicano EMA y realizó los documentales México Eterno, México Incógnito e Historia de México. Conoció en 1952 al productor yucateco Manuel Barbachano Ponce con el que realizó el cortometraje Telerrevista. Cuando al año siguiente los hermanos Barbachano fundaron Teleproducciones, Velo pasó a ocupar el cargo de director técnico. Desarrolló para Barbachano la serie televisiva Cine Verdad y pusieron en marcha la cinta Raíces de la autoría de Velo, pero que por problemas sindicales firmaría Benito Alazraki. Con Raíces obtuvo el Premio de la Crítica en el Festival Internacional de Cine de Cannes en 1953. Para Fernando Gamboa realizó un gran documental sobre la pintura mural mexicana (Pintura Mural Mexicana. Retrato de un Pintor, sobre Diego Rivera y Arte Público, dedicado a David A. Siqueiros).






Participó en diversas actividades alentadas por los exiliados. Fue, en 1949, uno de los socios fundadores del Ateneo Español de México. Identificado con la causa galleguista, fue uno de los fundadores en 1953 del Patronato de la Cultura Gallega (en el cual se sumará a la línea más radical representada por Luis Soto) y en 1958 alentó, siendo presidente del Patronato, la aparición de la revista Vieiros (sus escasos números fueron publicados entre 1959-1968). Antes, en 1956, había enviado al Primer Congreso de la Emigración de Buenos Aires su propuesta para la creación de un Centro Cinematográfico Gallego. Realizó también un documental sobre la pintura de su amigo Arturo Souto.

En 1956 dirigió, para la productora de Barbachano, su primer largometraje, Torero!, documental cinematográfico de la biografía del diestro Luis Procuna. Según sus propias declaraciones, Velo no era nada aficionado a los toros, sin embargo esta obra constituye una penetrante indagación en los distintos factores que afectan la vida de un matador y un impresionante documento de las circunstancias que le rodean. Es esta gran película una excepción a la escasa justicia que la industria cinematográfica ha hecho al arte de los toros, un arte capaz de «llenar la pantalla» como ningún otro.







Luis Procuna (1923-1995), conocido como El Berrendito de San Juan, ha sido uno de los toreros más admirados y queridos de México. Nacido en la capital azteca por la avenida San Juan de Letrán, de ahí el sobrenombre, fue un torero de contrastes, de luces y sombras, de triunfos resonantes y de rotundos fracasos. Asimismo, de perfiles trágicos, porque los toros le pegaron fuerte. Poseedor de una sonrisa juvenil y contagiosa, aquel mechón de canas sobre la sien derecha le valió el famoso mote. Procuna debutó en 1938 ante el público de Puebla. Pero su carrera taurina se inició en los años cuarentas y duró tres décadas partiendo plaza, lidiando y matando toros mediante una trayectoria plena de entrega, arte y valor. Aquellas placitas cercanas a la gran capital fueron escenario de sus primeros pasos en la tauromaquia, de aquellos chispazos fulgurantes como becerrista, novillero y matador de toros, de aquellas “espantadas” que culminaban con su cabeza cayendo en el piso del callejón.

Su debut en Mexico D.F. fue el 21 de julio de 1941, se inició en los Jueves Taurinos en la vieja plaza El Toreo de La Condesa. Ahí inició Luis su camino al firmamento taurino, al lado de su padrino Luis Briones, de su misma camada taurina, de Julián Estrada y de Gregorio García, culminando con la anhelada alternativa, misma que llegó en 1943, siendo su padrino Luis Castro “El Soldado” y fungiendo como testigo Luis Briones. Dicha ceremonia fue, más bien, de confirmación, pues poco antes, en noviembre de 1942, Procuna la había recibido en Ciudad Juárez, Chihuahua, de Carlos Arruza, conocido como “El Ciclón Mexicano”, que triunfara rotundamente en nuestro país y en ruedos españoles. Toreó por vez primera en España el 6 de mayo de 1951 en Barcelona y en Las Ventas de Madrid el 14 de junio del mismo año de manos de Francisco Muñoz que le cedió la muerte de "Guareño" de Joaquín Buendía. Ya en 1945 recorría varios países sudamericanos como Colombia, Perú y Venezuela.






Cuando se inauguró el 15 de febrero de 1946 la Monumental Plaza México, el cartel estaba formado precisamente por Luis Procuna, junto a Luis Castro “El Soldado” (1912-1990) y el español Manuel Rodríguez “Manolete” (1917-1947), considerado este último por los expertos como el torero más grande que ha existido. Ellos lidiaron torazos de la ganadería de San Mateo, de enorme prestigio y rica historia. Por cierto que Luis Procuna cortó la segunda oreja que se otorgó en dicho coso, mediante una emotiva y enorme faena al toro “Gavioto”, después de que “El Monstruo de Córdoba” había cortado la primera oreja en la historia de la plaza México. Luis, que en ocasiones le tenía pánico a los toros, manifestaba que deseaba morir después de una cornada.







Logró Luis Procuna tardes inolvidables y hasta conquistó, mediante faenas plenas de arte y valor, el codiciado trofeo del “Señor de los Milagros”, ganándoselos a “Manolete” y a “Armillita”. La “Sanjuanera” fue un pase de su amplia colección, mismo que de dio tardes de gloria taurina. En 1972 le concedió la alternativa a su hijo. Su carrera llegó a su fin el 10 de marzo de 1974, en la Plaza México, la que da y quita, el coso más grande del mundo, el escenario de sus triunfos y fracasos. Se cortó la coleta y se retiró de las arenas. Procuna y su esposa fallecieron en 1995 en un accidente de aviación, en la llamada Aviateca 901.






Torero!, el documento cinematográfico que lo inmortalizó, posee un acercamiento documental aunque conserva una estructura de ficción dada por el tema biográfico. De hecho es una de las primeras películas que ilustran el procedimiento de la “reconstrucción documental”. El material lo componen las películas de archivo (del propio Procuna y todas las figuras significativas de su época, desde Manolete, Manuel dos Santos, Ponciano Díaz, y Carlos Arruza), filmaciones de las faenas del torero hechas exprofeso para el filme y una muy simple anécdota biográfica dividida en dos partes, una sobre los inicios del torero (interpretado por un actor) y otro sobre su actualidad con la intervención de los personajes de su vida real, su esposa, sus hijos, su hermano, etcétera. Además gracias a la utilización de esos clips noticiosos, se atestigua la presencia de dos actrices del cine nacional, Dolores del Río y Miroslava Stern, ubicadas entre el público que presencia la corrida en la arena México.









Todo se construye a partir de un momento clave en la carrera del torero: Luis Procuna espera el momento de partir a la plaza México después de una serie de malas tardes, hace un recuento de su vida ilustrada por un largo flash back. Al terminar sale para la plaza, fracasa ruidosamente, regala un toro -“Polvorito”- y triunfa… El origen está en aquel 15 de febrero de 1953 en que el diestro, con un toro sobrero llamado "Polvorito", hizo una faena colosal que muchos críticos juzgan como la mejor que se viera en la Plaza. Procuna había estado mal, muy mal en los otros dos cornúpetas que le tocaron en desgracia esa tarde; ¿por qué, de pronto, logró un lucimiento tan excepcional y por qué al volver a su casa en hombros de admiradores, en el ápice de la gloria popular, sintió un brutal estremecimiento al darse cuenta de que ocho días después tendría que torear de nuevo? Indagar la exacta respuesta a tales preguntas constituye la gran audacia y el emocionante acierto del filme. Con la reconstitución de la vida de Luis Procuna desde la niñez hasta la apoteosis de su tarde mejor, cumple un penetrante análisis de la actitud del hombre ante el toro.

Luis Procuna nos habla de su miedo, del significado que tiene para él vestirse de torero, evoca sus difíciles principios, reflexiona sobre sus compañeros, se interroga sobre el sentido de sus actos, sobre su propio ser. Torero! no se queda pues en un buen documental taurino o en un atinado reportaje sobre una figura importante, sino que es un auténtico documento humano. Velo trasciende el folclor o los simples elementos mitológicos (sin que por ello deje de sentirse la presencia constante de lo mítico) para descubrir la verdad humana del toreo. El suyo es un psicodrama y a partir de él una indagación sobre la psicología del torero, capaz por otra parte de superar su singularidad para volverse universal.










Velo demostró que bastaba una simple aproximación documental y la voluntad de hacer un análisis serio del fenómeno taurino, tanto en el aspecto individual humano como en el social y cultural para romper con las convenciones y los lugares comunes. Pero Torero! no ha tenido continuación. Hace algunos años Juan Ibáñez realizó un documental para televisión sobre la figura de Manolo Martínez. Miles de pies de película filmados en toda la república durante más de un año y una serie de entrevistas con el torero era el material. Como documento taurino sobre la técnica y el estilo del torero es bastante interesante (sobre todo por el uso constante del close-up durante la labor del torero, lo que deja ver el goce profundo que experimenta) pero como documento humano es casi nulo. Las reflexiones del torero son de una pedantería y una banalidad raras. Para colmo la película le inventa al torero una vida privada inspirada en la peor ficción.







Con 80 minutos de duración, Torero! fue nominada en 1958 al Oscar en la categoría de Mejor Documental. La mención fue para su productor, Manuel Barbachano Ponce. Y sus competidores a esta categoría fueron: On the Bowery (Lionel Rogosin), la historia de Ray Salyer, un hombre que llega a Manhattan en busca de mejores oportunidades de vida, aunque lo que encuentra es una destructiva adicción al alcohol. Este filme había ganado el BAFTA en 1957 como Mejor Documental. El otro competidor, y el que finalmente ganó la categoría, fue Albert Schweitzer (Jerome Hill), biografía de un médico francés que construyó un hospital en la jungla de la África Ecuatorial dominada por Francia. La cinta tiene el mérito de que es narrada por Burguess Meredith, el personaje principal en su juventud es interpretado por Phillip Eckert, y en la voz en off de “Schweitzer” se encuentra Fredric March.








Pero si bien Torero! no se llevó el premio, sí fue exhibido alrededor del mundo como el más importante testimonio cinematográfico de la tauromaquia. Participó además como candidata al León de Oro en el Festival Internacional de Cine de Venecia en 1956, y tiene el honor de haber sido la primera película mexicana nominada a un premio Oscar, elogio que lo hizo merecedor a un Ariel Especial concedido a su director en el certamen de 1958.






Después de este gran éxito, Carlos Velo colaboró desde su puesto en Teleproducciones, de manera decisiva en Nazarín (1958) de Buñuel y en Sonatas (1959) de Juan Antonio Bardem. A petición de Alfredo Guevara participó en la creación del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográfica (ICAIC). En 1960, también con Barbachano, asumió el desafío de llevar al cine Pedro Páramo, la novela de su amigo Juan Rulfo. Carlos Fuentes colaboró en el guión, ayudándole a recrear la atmósfera del universo rulfiano. El mismo Rulfo colaboró en la localización de paisajes en los estados de México y Hidalgo. La película se estrenó en 1966 sin que Velo se considerase satisfecho del resultado a pesar de que la crítica alaba la cuidada técnica y la fotografía en blanco y negro. La polémica que rodeó la presentación del filme le llevó a un cine más comercial.






Para la productora de su segunda mujer, Angélica Ortiz, madre de la bella Angélica María, realizó Don Juan 67 (1967), Cinco de Chocolate y uno de Fresa (1968), Alguien nos quiere matar (19709 y El Medio Pelo (1972). Volvió después de nuevo al documental. En 1971 dirigió el Centro de Producción de Cortometraje desde el que impulsó una honda renovación del cine mexicano. En 1975 pasó a dirigir el Centro de Capacitación Cinematográfica, aceptándose su propuesta de nombrar a Buñuel Presidente honorario del mismo. Seguía realizando documentales cómo Universidad Comprometida, en el cual incluyó el discurso de Salvador Allende a los estudiantes de la Universidad de Guadalajara en diciembre de 1972. Este cortometraje fue premiado en el Festival Iberoamericano de Huelva. Filmó también Homenaje a León Felipe y Cartas de Japón.








Desde España, si bien muy tarde, comenzaron a llegarle los reconocimientos. En 1976 la Filmoteca Española le tributó un homenaje. Pero, antes del reconocimiento pleno a un lado y otro del Atlántico, Velo habría de pasar serias dificultades. En el sexenio del presidente José López Portillo fue injustamente acusado, como luego se demostró, de fraude en la gestión de fondos públicos. Los cuatro meses pasados en la cárcel menguaron su salud. Velo fue reivindicado públicamente en el sexenio de gobierno del presidente Miguel de la Madrid, que en 1984 lo nombró subdirector de medios audiovisuales en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.

Comenzada la década de 1980, el Ministerio de Cultura del gobierno español, presidido por Felipe González, le encargó una serie de cortometrajes, finalmente editados en vídeo, sobre los republicanos exiliados en México. Velo realizó Tres Pintores y Pintura y Poesía. En 1983 recibió de la Junta de Galicia el premio «Maestro Mateo». Después de su muerte en México, en su memoria la Consejería de Cultura de la Junta de Galicia constituyó en 1989 el Premio de Guiones «Carlos Velo».