domingo, 27 de marzo de 2011

Diálogos Inolvidables: Gigante


Gigante (Giant, 1956)


Director: George Stevens.

Guión: Ivan Moffat y Fred Guiol (sobre la novela de Edna Ferber).

Elenco: Elizabeth Taylor, Rock Hudson, James Dean, Carroll Baker, Dennis Hopper, Jane Withers, Elsa Cardenas, Sal Mineo, Fran Bennett, Earl Holliman, Judith Evelyn.

Premios Oscar: Mejor Director. Nominada por Mejor Película, Mejor Guión Adaptado, Mejor Actor (Rock Hudson), Mejor Actor (James Dean), Mejor Actriz Secundaria (Mercedes McCambridge), Mejor Dirección de Arte a Color, Mejor Diseño de Vestuario a Color, Mejor Edición y Mejor Música de Drama o Comedia (Dimitri Tiomkin).






El joven terrateniente Jordan “Bick” Benedict II (Rock Hudson), posee un gran rancho de ganado en Texas, llamado “Reata”, en el que vive con su hermana Luz (Mercedes McCambridge), y allá se lleva a vivir a su reciente esposa Leslie (Elizabeth Taylor), una rica y bella muchacha de Maryland que está lejos de ser el ejemplo de mujer sumisa al que un vaquero orgulloso y obstinado como él está acostumbrado. Ambos se aman verdaderamente, pero Leslie conoce a Jett Rink (James Dean), un arrogante y joven granjero que también se enamora de ella y que tendrá la suerte de descubrir petróleo en las tierras que Luz Benedict le hereda al morir. El muchacho se transforma en un hombre inmensamente rico que creerá poder obtener lo que desea gracias a su poder recientemente adquirido, pero nunca a la mujer de su antiguo patrón. Mientras tanto, los años pasan y aunque “Bick” se empeña en planificar su vida y la de los que le rodean según su esquema ideal de unidad familiar, las cosas no van a salir como él las ha planeado. La vida le irá dando grandes lecciones de humildad, mientras él no tendrá más remedio que ir aceptando los cambios y las decisiones que sus tres hijos irán tomando por sí mismos.









Esta gran superproducción reúne a grandes astros de la pantalla de los años 50, fue la última película de James Dean y el gran lanzamiento de Rock Hudson, Elizabeth Taylor y Carroll Baker en plan estelar; y para rendir un sencillo tributo a la recientemente desaparecida Taylor, por vez primera este sitio ha elegido tres secuencias de diálogos en los que la dos veces ganadora del Oscar da muestra del talento y la belleza que poseía a mitad de aquella década y con cuya película iniciaría la mejor etapa de su carrera cinematográfica, llena de grandes clásicos y grandes personajes.











La primera secuencia sucede en la primera conversación que Leslie tiene con Jett Rink, cuando Benedict le pide a Jett que la lleve de regreso a casa luego de haberse pasado medio día cabalgando a su lado mientras le mostraba el oficio de la ganadería que se realiza en Reata. En el viejo auto de la familia, Jett ha traído a la imperiosa Luz hasta donde se encontraba su hermano y su esposa, y ahora conduce de regreso solo junto a la bella chica citadina.







Jett: ¿Por qué veniste a Texas? O sea, quiero decir… Parece que todo el mundo quiere irse de aquí. Yo también me iré de aquí uno de estos días.

Leslie: Esta es la tierra de mi marido. Este es su hogar.

Jett: ¿Quién consigue tanta tierra a menos que se la robe a alguien más?

Leslie: No eres exactamente fiel al que te contrata, ¿no, Jett?

Jett: No, yo no me quejo. No me quejo.






Leslie: Ellos adquirieron esta tierra hace mucho. Los Benedict. La compraron hace mucho tiempo.

Jett: Se la quitaron a un montón de mexicanos ignorantes.

Leslie: Eso no es verdad, Jett. La compraron y la cambiaron por concesiones de tierra españolas.

Jett: Pagaron por ellas, eso seguro. Pagaron diez centavos por hectárea. Sé que mi gente estuvo aquí lo suficiente para hacerse ricos también. Excepto que no fueron tan astutos…






Leslie escucha pacientemente a Jett, pero como el trayecto es largo y el clima árido y sofocante, paran en un viejo depósito de agua para refrescarse y luego continuar su camino.










Jett: No estoy tan horriblemente mal ahora. Tengo unos cuantos amigos. A Madame le gusto. Y a Bick, hasta el viejo Bick le gusto aunque sea un poquito. Pero por supuesto no les gusto lo suficiente para dividir algo de lo mucho que tienen.






Leslie: Eres peculiar, ¿no es así, Jett? Pero a mí me agradas.






Jett: …Tú también me agradas. Eres de las más atractivas que hemos visto por aquí en mucho tiempo. Creo que… la más bonita… que he visto por aquí.






Leslie: Pues gracias, Jett. Es un cumplido muy amable. Voy a decirle a mi marido que me apruebas.




Jett: Oh, no, no. Yo no haría eso… No, yo no... ¡Uh! No, yo no haría eso.








La segunda secuencia sucede días después de la lectura del testamento de la finada Luz Benedict. Por razones no del todo claras le heredó una vieja parcela de Reata al desprotegido Jett, precisamente aquel lugar donde habían parado él y Leslie a beber agua el mismo día que Luz murió al caerse del caballo que pertenecía a Leslie. Bick intentó comprarle esa parte de terreno a Jett, pero él se negó a devolvérsela, convencido de que ahora por fin tenía algo de tierra que podía convertirse en un pequeño rancho totalmente propio. En la sala de estar de la vieja casona, Bick y sus amigos están reunidos jugando naipes mientras charlan de política; Adarene (Mary Ann Edwards) y Vashti (Jane Withers), dos amigas de la familia, se encuentran bordando sentadas al pie de la escalera para no importunar a sus esposos, mientras que Leslie y el veterano tío Bawley (Chill Willis) se encuentran al extremo opuesto, platicando mientras el hombre interpreta una melodía en el viejo piano.








Leslie: Me encanta hablar contigo, Tío Bawley.

Bawley: Ahora que ya se acabó, ve por ese muchacho tuyo para que te lleve a pasear y te muestre nuestras tierras. Ve San Antonio, Dallas, Houston.






Leslie: Estoy impaciente. Quiero verlo todo ahora mismo.

Bawley: No tienes que apresurarte, cariño. Aquí estará cuando llegues a ello. Ha estado aquí mucho tiempo, y cuando ya lo viste todo, y ya viviste en ello, como yo, pues Leslie, de aquí a 25 años sentirás lo mismo por Texas igual que yo.





Leslie: ¿De aquí a 25 años? De aquí a 25 años tendré casi 50.

Bawley: Es una bonita edad, Leslie. Verás cosas maravillosas en Texas cuando tengas 50.

Leslie: Quizá. Pero entonces no me importarán tanto.






Bawley: Te importarán más, porque entonces habrás sido parte de todo ello.

Invitado: ¡Hey, Bawley! Ven, te necesitamos en esta conferencia (grita desde la sala de estar).

Bawley: Voy, caballeros…






El tío de Bick se marcha a reunirse con los otros hombres. Leslie queda intranquila. Los observa tan sumidos en sus asuntos que no le prestan la más mínima atención a sus mujeres. Las ve a ellas, calladas y haciendo cosas “de mujeres”, mientras ellos se dedican a hacer “cosas de hombres”. Por suerte, Bick no la trata así. Pensando en ello Leslie se acerca hasta donde está su marido, le coloca una mano en el hombro y se inclina para recordarle al oído que lo ama.








Leslie: Te amo.

Bick: Pues… gracias. (No comprende a que se debe esa repentina muestra de afecto) Sólo estamos hablando de negocios. Sólo negocios.






Leslie: Oh, por favor no se preocupen por mí. Pueden continuar. Estaré escuchando, calladita como un viejo ratoncito.

Bick: Te aburrirás, cariño. Esto es aburrido.

Leslie: ¿Por qué?, estaré fascinada.

Bick: Leslie, estamos hablando de política.

Leslie: Te casaste conmigo en Washington. ¿Recuerdas, amor? Viví rodeada de política. La traigo conmigo. Por favor, sigan hablando. Me encantaría.






Bick: Es cosa de hombres (comienza a perder la paciencia).

Adarene: Leslie, ¿qué tal una taza de café o una bebida o algo? (le ofrece desde su lugar, atenta para prevenir la discusión que se avecina. Leslie voltea a verla pero no le responde)






Leslie: ¡Cosas de hombres! ¡Dios nos ampare! Preparen mis cosas de coser, chicas. Me uniré a la sección del harem en un minuto.

Juez Whiteside: Oh, Leslie, no te preocupes esa cabecita tan linda con la política (dice tratando de suavizar la tensión del momento)

Leslie: Se refiere a mi bonita y vacía cabeza, ¿no, juez?






Bawley: (Se levanta) ¿Puedo yo traerte el café, Leslie?

Leslie: ¿Tu también, tío Brutus?






Bick: (Se para de inmediato intentando contener su furia) No te sientes bien, Leslie.

Leslie: ¡Me siento de maravilla! Mis glándulas de adrenalina están bombeando perfectamente. (Se voltea hacia las mujeres) ¡Boo! (Vuelve a enfrentarse a los varones) Antes de retirarme, quiero decir que ustedes caballeros están cien mil años retrasados. Deberían vestir pieles de leopardo y llevar garrotes. ¡Política! ¡Negocios! ¿Qué tiene de tan masculina una conversación que no pueda comprender una mujer?






Bick: Leslie, estás cansada.

Leslie: Quizá lo esté…






Leslie vuelve con las otras damas. Bawley y Bick toman asiento. Pero Vashti y Adarene se despiden de los hombres para subir a acostarse. Ellos les desean buenas noches. Leslie se queda de pie para dar un último reclamo.

Leslie: ¡Eso es grandioso! Manda a los niños a la cama para que los adultos puedan hablar.






Da la media vuelta y también sube por las escaleras, los hombres no le prestan atención, y solo el tío Bawley le da las buenas noches. La pelea de Leslie ha terminado. Más tarde, en su habitación, comenzará la de Bick…






La tercera secuencia que hemos elegido corresponde casi al inicio de la segunda mitad del metraje. Los años han pasado y Bick y Leslie han visto crecer a sus tres hijos, cauda uno con habilidades y aficiones diferentes: Jordy (Dennis Hopper), Judy (Fran Bennett) y Luz (Carroll Baker). Judy ha hablado con su padre para que interceda por ella ante su madre, pues no quiere abandonar Texas para irse a estudiar al extranjero, mientras que Jordy le ha pedido a su madre que convenza a su padre de que lo suyo no es hacerse cargo del rancho, él quiere estudiar medicina para ayudar en el futuro a los campesinos que viven a los alrededores de Reata y trabajan para su familia. Por lo tanto, sabiendo ambos esposos que no será fácil convencer al otro de las decisiones de sus vástagos, coinciden una noche en hablar del tema e indagan primero que tan dispuesto está el otro de aceptar la decisión de sus hijos mayores. Ambos están su habitación, acostados en camas separadas, él lee el periódico mientras ella lee un libro.








Leslie: Querido, he estado pensando…

Bick: Yo también.

Leslie: Sobre los chicos.

Bick: Que gracioso. Yo también... Hemos de estar envejeciendo.

Leslie: Habla por ti mismo… Me pregunto si los amamos lo suficiente para hacer lo que es mejor para ellos.

Bick: Estoy seguro... Eso espero.

Leslie: Quiero decir… Quizá los amamos demasiado. Tanto que los prevenimos de hacer lo que mejor les conviene.

Bick: Yo no. No tienes que preocuparte por mí... (ha doblado el periódico y se dispone a hacerlo a un lado para acostarse) Las madres son así. La teoría dice que ellas no quieren que sus polluelos dejen el nido… y vuelen con sus propias alas. Todo ese tipo de cosas.







Leslie: ¿Quieres decir que…estás perfectamente dispuesto a sacrificarte?

Bick: Sí. Me sacrificaría por ellos. Lo sabes… (se sirve un vaso de café) No me convence mucho la idea de la escuela para niñas en Suiza que se te ha metido. (Ella cierrra su libro con un gran golpe y se incorpora para recargarse en la cabecera de su cama) Ahora no te pongas a la defensiva. A Judy no le enloquece nada de esa escuela.







Leslie: Por supuesto que no. Eso es exactamente por lo que debe ir.

Bick: Pues yo no la presionaría. Ella… quiere ir al Tecnológico de Texas.

Leslie: Esa es una escuela para hombres.

Bick: También van chicas. Dice que tienen el mejor curso de crianza de animales del país. (se rie) Ella quiere ser un ranchero, igual que su padre.

Leslie: Como Bob Dace. Ella es solamente una pequeña colegiala que está loca por ese armatoste de Bob Dace.







Bick: Pues ella tiene su mente puesta en ello. Eso es lo que ella quiere. Y yo, por ejemplo, estoy dispuesto a sacrificarme. ….(él se toma su café, ella apaga la luz de su lámpara y retira su libro arreglándose para dormir. Él deja su taza sobre la cómoda) ¿Y bien? ¿Qué te parece?

Leslie: Parece que hemos criado a un par extraño de polluelos.

Bick: Así es.







Leslie: Prepárate. Jordy quiere ser doctor.

Bick: ...¡¿Qué quiere qué?!

Leslie: Quiere ser doctor. Está totalmente decidido.

Bick: ¡Sobre mi cadaver! Tú sabes lo que debe hacer.

Leslie: Pues él no quiere. Moriría por ti. Pero no vivirá su vida para ti. Y tiene razón.

Bick: Él hará lo que todos hemos hecho.

Leslie: Primero quiere ir a Harvard, y después a Columbia.






Bick: Eres bastante buena con esos términos. Ya veo quien ha estado detrás de todo esto.

Leslie: Claro está… que esto significa un gran sacrificio de tu parte. (Él apaga su lámpara)

Bick: Pues… no importa a cuál escuela vaya… volverá a casa y se encargará de Reata...






Leslie: Creo que tienes razón sobre una cosa, Jordan.

Bick: ¿Yo?

Leslie: Sobre una cosa. Estamos envejeciendo.

Bick: ¿Quién?

Leslie: Nosotros, Jordan. Somos la vieja generación. ¿Acaso no? De repente.

Bick: …Sí. Supongo que sí.







La clave de esta hermosa película es el personaje de Leslie. Se integra en un mundo machista con suma naturalidad y, sobre todo, con fe y firmeza. Expondrá a la comunidad tejana sus opiniones, gusten o no, sorprendiendo y, a la vez enamorando día tras día a su resignado marido. Leslie, con su rebeldía, su encanto, su personalidad y...un gran tesón, logrará derribar muros, luchar contra molinos de viento y vencerlos, enfrentarse cara a cara con la intolerancia y el racismo y, sólo al final, consigue lo que tanto buscaba: Que su marido se vuelva GIGANTE ante ella. Sucede al final, pero lo consigue.