jueves, 20 de diciembre de 2012

México en el Oscar: Actas de Marusia

Los intentos de la cinematografía mexicana por conseguir un Oscar en la Meca del Cine comenzaron a rendir frutos desde que fue invitada a participar en la categoría de Mejor Película Extranjera en el listado de nominaciones de la Academia estadounidense. Los primeros tres años fueron nominados de manera consecutiva los filmes Macario (Roberto Gavaldón, 1960), Ánimas Trujano (El Hombre Importante) (Ismael Rodríguez, 1961) y Tlayucan (Luis Alcoriza, 1962). Sin embargo, y a pesar de un inmejorable comienzo, la crisis que vivió el cine mexicano durante este periodo por la baja calidad de su filmografía, hicieron que las propuestas para la competencia oscaril fueran postergadas hasta mediados de la década de los 70’s, una vez que se hubo restablecido y consolidado una nueva Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC).

Así pues, la cuarta cinta que se envió a la ceremonia del Oscar, volvió a ser considerada entre las nominaciones de Mejor Película Extranjera, y además participó en la competición oficial del Festival de Cannes. Se trató de Actas de Marusia (Miguel Littin, 1975), poderosa crónica de la represión que una compañía extranjera ejerce contra los mineros de un pequeño pueblo chileno resuelto a reivindicar sus más elementales derechos, pero agravada cuando llega el ejército dispuesto a aplastar la rebelión. La película está basada en la novela del famoso -y todavía vivo- cantautor y escritor chileno Patricio Manns. Pasen y lean…





El creador literario

Patricio Manns nació en la zona centro-sur de Chile el 3 de agosto de 1937, siendo hijo de maestros de educación primaria. En su juventud desempeñó los más diversos oficios: capataz de obras, minero del carbón, reportero para el diario “La Patria” en Concepción y formador de la radio de la oficina salitrera de María Elena, en pleno Desierto de Atacama. A principios de los años 60 se traslada a Santiago en donde continuó con su labor periodística. En el plano musical, se inicia como compositor en 1959 realizando trabajos para otros artistas, y luego ya como cantante de su propia obra. Manns participará activamente de las extensas jornadas de itinerancia artística denominada "Chile, Ríe y Canta" que se realizaban por todo el país a mediados de los 60’s. Desde su doble faceta de músico y periodista colaborará activamente en las campañas presidenciales de 1964 y 1970, siendo esta última la que llevó a Salvador Allende a la presidencia de la República representando a la Unidad Popular (UP).




El golpe militar en contra del gobierno de la UP lo sorprenderá en Chile. Tras la mediación diplomática internacional logra salir del país rumbo a Cuba. El año 73 señalará el inicio de su vida en el exilio. Durante su estadía en la isla, además de componer y grabar varios temas, escribe su tercera novela, Actas de Marusia (1974), y colabora junto a Humberto Solás en el guion de la película La Cantata de Chile (1976), además de escribir los versos para la música de Leo Brouwer que da nombre al título de la película. En Europa conoce a Alejandra Lastra, con la que contraerá matrimonio en 1979, y a la que compondrá la célebre "Balada de los Amantes del Camino de Tavernay" (1985), tras mudarse con ella al Camino de Tavernay, en Ginebra, en el curso de ese mismo año.





En 1984 se muda a Trez Vella en Echenevex, cerca de la frontera franco-suiza. Esta etapa del exilio de Manns alcanza un alto punto creativo con el "Concierto de Trez Vella", pieza que contó con los arreglos de Alejandro Guarello y que grabó junto al grupo Inti-Illimani en 1985, el mismo año en que publica en España con Ediciones Michay su novela Actas del Alto Bío Bío, y en 1988 Actas de Muerteputa, poniendo fin a su trilogía de “Actas”.

Manns inicia su reencuentro físico con Chile en 1990, tras 17 años de exilio, presentándose en una gira por el país, que tuvo su punto de partida el 23 de agosto en el Teatro Teletón y el 24 en el Estadio Chile (hoy Estadio Víctor Jara). Aprovechando su breve paso por Santiago, presentó sus memorias literarias: Actas del cazador en movimiento. En las pantallas de TVN, interpretó por primera vez en la televisión nacional del suelo natal, su desgarrador "Cuando Me Acuerdo de Mi País" ante la emoción del público asistente en el estudio del canal al igual que la emoción contenida de los televidentes del país. De esa gira por Chile, que abarcó Santiago, Concepción, Valparaíso y Viña del Mar, Manns dirá: " (...) por ahora se cumplió la primera prioridad: poner el pie en Chile de nuevo". El segundo paso, el retorno definitivo, sólo se consolidaría en 2000, cuando decide radicarse en Chile, en las cercanías del balneario de Concón.

En 2008, la Universidad de Playa Ancha lo presenta al Premio Nacional de Artes Musicales. También en 2008, las universidades argentinas de San Juan y La Patagonia junto con la Universidad de Playa Ancha, Chile, más un grupo de conocidos poetas chilenos y argentinos, lo presentan al Premio Nacional de Literatura.

En enero de 2009, su canción "Arriba en la cordillera" (1965) es elegida como "La mejor canción chilena de todos los tiempos" en el cuadragésimo Festival de Olmué. El 9 de diciembre 2009, la ex presidenta Michelle Bachelet, le entrega el "Premio a la Música Nacional, Presidente de la República, 2009. La mandataria afirmó que: "Patricio Manns es, sin duda, uno de nuestros más grandes creadores. Poeta y músico, novelista también, es un artista de enorme altura, cuyas canciones han traspasado las fronteras generacionales, culturales y sociales".





Respecto a la gestación de Actas de Marusia, Manns describe en la introducción de la novela en su publicación chilena de 1993, lo siguiente:

<< Poco tiempo después de publicar mi trabajo acerca de las masacres cometidas por las Fuerzas Armadas de Chile -incluido el Cuerpo de Carabineros- contra los trabajadores, el campesinado y los estudiantes, a lo largo de más de un siglo, me topé en Iquique -era el verano de 1973- con el geógrafo Freddy Taberna Gallegos, a la sazón miembro de la Comisión de Límites Chileno-Argentina. Preguntó sin ambages por qué no había reseñado la masacre de "Marusia" en la obra aludida. Repuse que no tenía conocimiento de la masacre de "Marusia". Me dijo;
-Es un hito muy importante: por primera vez los trabajadores oponen la fuerza a los masacradores y se defienden con las armas en la mano.
Poquísimos, en Chile y en el exterior, conocían este episodio, probablemente el más sangriento y cruel de las luchas sociales de nuestro país. La prueba es que no se encuentran menciones anteriores a este libro, ni en textos especializados, ni en la prensa de la época, ni en folletos, panfletos, poemas o canciones. […]
Trabajando sobre las huellas de "Marusia" me entrevisté poco más adelante con un ingeniero iquiqueño cuyo nombre debo -todavía- guardar en reserva. Este me llevó a conocer las ruinas de la Oficina Salitrera "Marusia". Soy, por lo tanto, uno de los escasos investigadores que sabe exactamente donde se encuentran. También aquel ingeniero me mostró algunas viejas fotografías de su propiedad. En color sepia, figuraban en ellas con indecible dureza e indesmentible veracidad, escenas del fusilamiento colectivo que cerró el episodio. […] Este mismo fulgurante ciudadano me contactó en seguida -febrero de 1973- con el cuidador de la Oficina-Museo "Santa Laura", situada en las alturas que dominan el puerto de Iquique. Era un viejo peruano, muy lúcido, también sobreviviente de la matanza de "Marusia". Registré su relato en una grabadora pero extravié la banda durante mi pasaje a la clandestinidad después del golpe del II de septiembre.
En La Habana, Cuba, redacté todo lo que recordaba, que no era poco. Así, estimo que más de la mitad de este libro es una crónica de hechos verdaderos, y el resto, reconstrucción novelada. […]
Durante el año 1971 dirigí Radio "Coya", en la Oficina salitrera "María Elena". Esta Oficina se encuentra al interior de Antofagasta, en pleno Desierto de Tarapacá, próxima al Campo de Concentración de Chacabuco, habilitado después por la dictadura de Augusto Pinochet. Es así que no me resultan extraños ni el modo de hablar ni la vida cotidiana en una Oficina Salitrera. La reconstitución novelesca opera de este modo a expensas de la realidad. […] En mi juventud dirigí un piquete de dinamiteros en las faenas de prospección de arcilla, como trabajador de la Fábrica de Ladrilles Refractarios "Lota-Green", de Lota. No me fue difícil reinventar ciertos métodos utilizados en "Marusia" por sus trabajadores para enfrentar los numerosos contingentes de las Fuerzas Armadas que subieron a matarlos. >>






La Producción

Descendiente de inmigrantes árabes y griegos, Miguel Ernesto Littín Cucumides (Palmilla, 9 de agosto de 1942) estudió en el Instituto Regional Federico Errázuriz de Santa Cruz y luego estudió teatro en la Universidad de Chile y trabajó como director de televisión en el canal de la misma universidad. Su carrera cinematográfica comenzó de la mejor manera en 1969, con El Chacal de Nahueltoro, película que impactó a Chile no sólo en términos de taquilla, sino también en términos sociales y políticos. En la obra, Littin denuncia crudamente la marginalidad del campesinado y el absurdo accionar de la justicia. Elevado a la notoriedad pública a raíz del film, Salvador Allende lo designó en 1971 como gerente general de Chile Films.





Durante el gobierno de la Unidad Popular, junto con sus labores ejecutivas, realizó algunos documentales y el largometraje La Tierra Prometida, que sería terminada y estrenada en el exilio. A raíz del golpe de estado y el establecimiento de la dictadura de Augusto Pinochet, tuvo que salir exiliado en 1973, se fue a México y posteriormente a Europa.

Tan pronto como llegó a nuestro país, el círculo de intelectuales de la industria cinematográfica mexicana lo acogió con los brazos abiertos, y lo ayudó a levantar la producción de un filme de denuncia basado en la novela de otro compañero exiliado, Patricio Manns. En entrevista para Armando G. Tejeda en enero del 2000, Littin relató acerca de su llegada al país:

Cuando yo llegué a México había un ambiente de gran efervescencia cultural y artística. También de gran solidaridad con Chile y con los demócratas perseguidos, por tanto nuestra casa se llenó de amigos, y eso para nosotros fue entrañable pues no sólo tuvimos la oportunidad de trabajar y seguir estudiando sino también la posibilidad de volver a amar. También recuerdo las grandes discusiones entre los intelectuales mexicanos. Discusiones duras pero llenas de contenido, pues querían llegar a establecer determinada verdad esencial para la construcción del futuro de la América Latina. Creo que mucho de lo que está ocurriendo hoy en América Latina se fraguó en esos años, en las discusiones de intelectuales, políticos, poetas, escritores y cineastas en México.”

Bajo el amparo de la Corporación Nacional Cinematográfica (CONACINE), Littin reunió a un equipo de grandes nombres para la realización de su película. El guión fue adaptado por él mismo, pero la fotografía corrió a cargo de Jorge Stahl Jr., y la música fue obra del compositor griego Mikis Theodorakis, también exiliado por la dictadura en su país, que había compuesto reconocidas bandas sonoras para cintas como Zorba el Griego (Michael Cacoyannis, 1964), Estado de Sitio (Costa-Gavras, 1973) y Sérpico (Sidney Lumet, 1973). Además tuvo la participación musicalizada de otro chileno en su exilio en México, el guitarrista y compositor Ángel Parra, para recrear la música popular chilena en algunas secuencias.

Para el papel protagónico, Littin consiguió contratar al reconocido actor italiano Gian Maria Volonté (1933-1994), famoso por ser el antagonista principal de las películas de Sergio Leone Por un Puñado de Dólares (1964) y La muerte tenía un precio (1965), y el protagonista de la cinta de Elio Petri Investigación de un Ciudadano Libre de Toda Sospecha (1970), ganadora del Oscar como Mejor Película Extranjera.








Del lado mexicano, destacan en el filme una pléyade de luminarias de la época, algunos con una sólida trayectoria a sus espaldas, y otros más en el inicio de sus carreras: Diana Bracho, Salvador Sánchez, Patricia Reyes Spíndola, Armando Acosta, Ernesto Gómez Cruz, Manuel Flaco Ibáñez, Arturo Beristaín, Eduardo López Rojas, Silvia Mariscal, Alejandro Parodi, Julián Pastor, Rodrigo Puebla, Max Kerlow y Gabriel Retes. Asimismo sobresalen las apariciones del actor y cantante chileno Patricio Castillo y del escritor argentino Federico González.

Miguel Littin recreó la pampa salitrera de 1907 en la aridez del desierto de Chihuahua en México, en los poblados de Santo Domingo y Santa Eulalia. Actuaron muchos de los habitantes de ambas localidades y con claridad se aprecian algunas de las fincas de la población. Concretamente Santo Domingo fue escogido como set de la película por el gran parecido que tiene con el pueblo minero de Iquique, donde sucedieron los hechos reales. En los paisajes de ese desierto Littin buscaba al Chile que perdió, y Actas de Marusia se convirtió en el grito contra la injusticia desde la óptica histórica de la denuncia, desde la misma infamia que mostrara en El Chacal de Nahueltoro, y que en un futuro que ya es pasado mostrará en Los Náufragos (1994) y Tierra del Fuego (2000). Además hubo locaciones en Alvarado, Veracruz, para las secuencias portuarias.







La Película

(Esta sinopsis contiene SPOILERS) Actas de Marusia relata la represión que una empresa minera extranjera ejerce sobre los habitantes del pequeño pueblo de Marusia (norte de Chile), decididos a conquistar sus propios derechos. Todo tiene inicio en 1907, con el descubrimiento del cadáver de un capataz de la mina inglesa Marusia Mining Co. El acusado, Rufino (Manuel “Flaco” Ibáñez), es asesinado mientras se fugaba. Entonces los trabajadores inician una huelga de protesta, y Sebastián (Salvador Sánchez), otro trabajador, degüella un soldado para vengar la muerte de su compañero, provocando un clima de tensión en todo el poblado y la llegada del ejército, dispuesto a terminar por vía de la sangre con la resistencia. Entre los mineros surge Gregorio (Gian Maria Volonté), que propone coordinar un grupo que comprenda todo el norte chileno, donde los abusos y vejaciones son comunes a los trabajadores. En un gesto extremo, Medio Juan (Ernesto Gómez Cruz), se convierte en una bomba humana en medio de los soldados, matando entre ellos a un cruel sargento (Armando Acosta). Imitando su valor, los habitantes de Marusia, amenazantes, se colocan explosivos en la cintura para evitar que los militares se les acerquen. El asesinato del teniente Argandoña (José Carlos Ruiz) obliga a retirar la toma, mientras llega un completo regimiento, en absoluto plan de guerra, guiado por el Capitán Troncoso (Claudio Obregón) y el Teniente Espinosa (Alejandro Parodi), con lo que se origina una despiadada persecución que ha de servir como ejemplo para el resto del movimiento obrero. Mientras tanto, una joven maestra (Diana Bracho) será la encargada de salvaguardar la integridad física de los niños y niñas de Marusia, aunque ponga su propia vida en peligro. El 17 de Agosto, luego de un dramático asalto, el pueblo de Marusia es destruido; los hombres son ejecutados, Gregorio es torturado hasta la muerte y toda la población es exterminada.













La película es un claro ejemplo de lo que es la acción colectiva, ya que a pesar de conllevar movimientos sociales, el punto que se detalla en el filme es la forma de organización-acción por parte de los mineros y sus familias. Como se ha hecho mención, todo comienza con el asesinato de un capataz, el cual es producto de una venganza por haber matado a un trabajador, sumándole a ello los malos tratos que desataba con los compañeros de éste. Los trabajadores son orillados a tomar medidas como el paro de actividades. A consecuencia de ello, sufren del autoritarismo y violencia por parte del Estado en representación militar. Aquí es cuando la acción colectiva comienza a hacerse evidente: la reuniones en secretismo, el recolectar insumos tanto para la lucha como para la sobrevivencia, los paros de actividades, los plantones frente a la autoridad y las formas de comunicarse.

Por su parte, el papel de las mujeres en la comunicación emergente es fundamental: el saber reunirse y comunicarse entre ellas para hacerse participes en las acciones. Célebre es una de las secuencias iniciales cuando decenas de lavanderas cuchichean entre ellas pasando el mensaje de una en una para informar a todas del plan a seguir. Entre el grupo femenino se erige el personaje de “Rosa”, interpretado de manera excelsa por una jovencita Patricia Reyes Spíndola, apenas a dos años de su debut cinematográfico. “Rosa” tiene voz y voto en las acciones de sus compañeros, y muchas veces es quien dirige la acción, es la mujer valiente y determinada a la que no le importa sacrificar su propia vida por el bien común.

El personaje de Diana Bracho también tiene la fuerza necesaria para hacer frente a la amarga situación que se vive en Marusia. En un momento del filme, su personaje tiene la oportunidad de subirse a un tren y alejarse de la violencia inminente, pero ella, con maletas en mano, se debate entre irse y ponerse a salvo, o quedarse a cuidar de los hijos de aquellos hombres y mujeres que serán masacrados por la fuerza militar. Aquella maestra de apariencia endeble demostrará una entereza notable hacia los minutos finales de la cinta, en la que no en balde, se le da uno de los últimos y más desoladores planos que la película contiene. 








Los Premios

En la ceremonia del Oscar de 1976, premiando a lo Mejor de 1975, competían a la estatuilla de Mejor Película obra maestras tales como Barry Lyndon (Stanley Kubrick), Tarde de Perros (Sidney Lumet), Nashville (Robert Altman), Tiburón (Steven Spielberg) y Atrapado sin Salida o también conocida como Alguien voló sobre el nido del Cuco (Milos Forman), que fue la gran triunfadora de aquella gala.




En la categoría de Mejor Película Extranjera los filmes contendientes eran, además de Actas de Marusia, los siguientes:

Sandakan No. 8 (Sandakan hachiban shokan bohkyo, Kei Kumai), de Japón. Drama en la que una anciana (Kinuyo Tanaka) cuenta la estremecedora historia de su pasado, cuando siendo joven (Yôko Takahashi) fue enviada al sureste de Asia para trabajar como "karayukisan" (prostituta) y así saldar las deudas de su familia. El filme le reportó el Oso de Plata como Mejor Actriz a la veterana Tanaka en el Festival Internacional de Cine de Berlín en 1975. (Ver escena)











La Tierra de la Gran Promesa (Ziemia Obiecana, Andrzej Wajda), de Polonia. Espléndido reflejo del nacimiento de un capitalismo atroz y sin escrúpulos en Polonia y de cómo se exacerban las diferencias de clases y el conflicto social: A finales del siglo XIX, la ciudad de Lodz se ha convertido en el epicentro de la industria textil, con la consiguiente necesidad de mano de obra inmigrante. Tres jóvenes estudiantes de Riga: Karol (Daniel Olbrychski), un polaco católico, hijo de nobles terratenientes, Moryc (Wojciech Pszoniak), un ambicioso judío y Maks (Andrzej Seweryn), un alemán luterano deciden abrir una fábrica en esa ciudad para hacer fortuna y, sin escrúpulos ni prejuicios, se lanzan a acumular dinero y poder. El relato de la ambiciosa aventura fundacional que emprenden permite analizar y describir a fondo, y con gran intensidad dramática, la lógica darwinista de la burguesía industrial de Lodz, que incluye, junto al ideal del progreso y riqueza, el trato inhumano a los obreros de las fábricas, la ostentación de lo atesorado, la conversión del amor en herramienta de escalada social, el sometimiento de la nobleza declinante. Que prevalezca la amistad en semejante lógica resulta impensable. Incluso el amor queda supeditado al interés… Además de su candidatura al Oscar el filme ganó una medalla de oro en el Festival Internacional de Cine de Moscú, cuatro premios en el Festival de Cine Polaco y la Espiga de Oro en el Festival Internacional de Cine de Valladolid. (Ver escena)









Perfume de Mujer (Profumo di Donna, Dino Risi), de Italia. Aclamada tragicomedia que obtuvo un gran éxito de público, basada en un relato del libro "Il buio e il miele" (1969), de Giovanni Arpino. Fue candidata también al Oscar de Mejor Guión Adaptado. Vittorio Gassman fue premiado como Mejor Actor en Cannes, y en 1992 Hollywood hizo un exitoso remake protagonizado por Al Pacino, ganador del Oscar ese año como Mejor Actor. La acción tiene lugar en un viaje de 7 días, que se inicia en Turín y concluye en Nápoles, en 1973/74. Narra la historia del capitán Fausto Consolo (Vittorio Gassman), mutilado a causa de un accidente en unas maniobras militares. Ha perdido la vista y parte del brazo derecho. Abatido y amargado, se comporta de un modo cruel y desconsiderado, pese a haber adquirido notable soltura de movimientos y una precisa noción de la ubicación de las cosas. Es mujeriego, bebedor, entrometido, maleducado, presumido y goza de un olfato muy agudo. En paralelo se cuenta la capacidad de Fausto para enseñar a su joven acompañante, Giovanni "Ciccio" Bertazzi (Alessandro Momo), muchas cosas. En especial le enseña a distinguir entre apariencia y engaño, amor y fraude, halagos y egoismo, palabras y hechos. Le enseña, además, a pensar: observar, relacionar, deducir, razonar y entender. La sabiduría humana no consiste tanto en saber muchas cosas como en ser capaz de captar el sentido de las cosas. (Ver película en español)











Dersu Uzala: El Cazador (Derzu Uzala, Akira Kurosawa), coproducción entre la Unión Soviética y Japón. El capitán Vladimir Arseniev (Yuri Solomin) y su destacamento tienen que realizar unas prospecciones geológicas en los bosques de la taiga siberiana. La inmensidad del territorio y la dureza del clima hacen que se extravíe. Condenado a vagar por una tierra salvaje, Vladimir conoce a Dersu Uzala (Maksim Munzuk), un cazador nómada que conoce el territorio como la palma de su mano y sabe cómo afrontar las inclemencias del tiempo. Dersu enseñará a Vladimir a respetar la naturaleza y a convivir en plena armonía con ella, una lección que difícilmente olvidará el resto de su vida. La cinta ganó como Mejor Película en el Festival Internacional de Cine de Moscú, el premio italiano David De Donatello como Mejor Director y por supuesto, fue la vencedora del Oscar como Mejor Película Extranjera. (Ver película en español)













En abril de 1976, en la XVIII Entrega del Ariel, el filme de Miguel Littin se hizo acreedor a 12 nominaciones, resultando el filme más premiado de la noche y el que más actores colocó en las candidaturas. Fue ganador del Ariel de Oro como Mejor Película y Ariel de Plata como Mejor Director y Mejor Guión. En la terna a Mejor Película compitió contra Canoa (Felipe Cazals) y De Todos Modos Juan te Llamas (Marcela Fernández Violante). Otras estatuillas que ganó fueron las de Mejor Coactuación Femenina (Patricia Reyes Spíndola), Mejor Coactuación Masculina para tres de sus actores (Claudio Obregón, Eduardo López Rojas, Ernesto Gómez Cruz), Mejor Fotografía y Mejor Edición. Las nominaciones que no pudieron convertirse en premios fueron las de Mejor Actriz (Diana Bracho), Mejor Coactuación Femenina (Silvia Mariscal) y Mejor Decoración.






En una entrevista realizada en 1994 por Alejandro Medrano Platas a la directora Marcela Fernández Violante, recopilada en el libro “Quince Directores del Cine Mexicano: Entrevistas”, Violante expone su alegría porque su cinta sobre la guerra cristera consiguió los Arieles de Mejor Actor (Jorge Russek) y Mejor Actriz (Rocío Brambila) aquel año. Y es que si la cinta de Littin se caracterizó por tener 5 nominaciones en los rubros de coactuación, De Todos Modos Juan te Llamas tenía doble mención en cada una de las ternas de actuación principal, haciendo competir a Jorge Russek y Juan Ferrara como Mejor Actor, y por lo tanto dejando sin posibilidad de nominación a Gian Maria Volonté, pues las reglas del Ariel solo permiten a 3 interpretes nominados por categoría. Y el tercero en discordia era Enrique Lucero por su inquietante personificación del sacerdote en Canoa, de Cazals.

“[La Película] me abrió el camino, aunque hubo unas críticas espantosas del [periódico] Esto, que dijo Francisco Sánchez […] Cuando la entrega de los Arieles dice que si la señora tiene "chupamirto" porque le hayan dado Ariel al actor y a la actriz; se los tumbé a Canoa el estelar y a Actas de Marusia, una película que en aquel tiempo costó treinta millones de pesos y la mía seiscientos mil, y Canoa era de cinco millones. Entonces, que yo haya logrado pegarle a Gian Maria Volonté, que era el estelar de Actas de Marusia, y a Enrique Lucero y Salvador Sánchez en Canoa, que tenía buenos actores también, y se lo dan a Russek. Además fue nominada en todas las categorías.”








En los premios Diosa de Plata concedidos por los Periodistas Cinematográficos de México, la favorita fue Canoa, excelente realización que narra en plan semi documental el linchamiento de unos jóvenes trabajadores universitarios acusados de comunistas en el poblado de San Miguel Canoa, Puebla (ver película completa). Esta cinta de Cazals obtuvo 6 estatuillas incluyendo Mejor Película, Dirección, Argumento y Actor (Salvador Sánchez). Por Actas de Marusia Diana Bracho fue nominada a Mejor Actriz y Patricia Reyes Spíndola ganó como Actriz Secundaria. Miguel Littin recibió una Diosa de Plata Especial “por su contribución al desarrollo de arte cinematográfico Mexicano.”









A la que le fue bien con esta película, sin duda fue a Patricia Reyes Spíndola, ya que la actriz, que había hecho su debutó en el cine en 1972, después de varias pruebas para la película de Littin, pasó de tener un personaje de lavandera a uno de los principales, lo curioso de esto es que este personaje le dio su primer Ariel, su primera Diosa de Plata y la oportunidad de asistir al Festival de Cine de Cannes.
 
Y es que, después de su paso por el Oscar y el Ariel, Actas de Marusia fue invitada a competir en la sección oficial de Cannes, en mayo de 1976, con un jurado presidido por el escritor norteamericano Tennessee Williams, e integrado entre otros por el cineasta griego Costa-Gavras y el escritor peruano Mario Vargas Llosa. Compitieron por la Palma de Oro una veintena de filmes de las más distintas nacionalidades, entre los que destacan: la coproducción francoalemana La Marquesa de O (Die Marquise von O, Eric Rohmer), la española Cría Cuervos (Carlos Saura), la inglesa Bugsy Malone (Alan Parker), la italiana Sucios, Feos y Malos (Brutti, sporchi e cattivi, Ettore Scola), y la francesa El Inquilino (Roman Polanski). La ganadora fue Taxi Driver, de Martin Scorsese.

Por último en su paso por Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, en su Segunda Edición, el filme de Miguel Littin se hizo acreedor del premio Colón de Oro del Público al Mejor Largometraje, y además obtuvo el Gran Premio en el Festival Internacional de Tashkent, en aquel entonces perteneciente a Rusia (ahora a Uzbekistán).








El Resultado

A pesar de representar a México en los Premios de la Academia y en el Festival de Cannes, sorprende que Actas de Marusia no haya sido incluida en la lista de Las 100 Mejores Películas del Cine Mexicano, publicada por la revista Somos en 1994. Y es que esta cinta fue condenada a lo peor que le puede pasar a algo o a alguien: el ostracismo.

En primer lugar, la obra se entiende como una interpretación del movimiento obrero y popular del siglo XX chileno, centrándose en la rebelión de trabajadores salitreros en el norte de aquel país y su brutal represión. Por lo tanto, la novela homónima de Patricio Manns, publicada en el exilio, fue editada en Chile hasta 1993, casi 20 años después de su primera edición.

De igual forma, la película de Miguel Littin fue prohibida por el régimen militar chileno de esa época y hasta hace pocos años fue estrenada en los cines del país sudamericano el 24 de Mayo de 2009, treinta y tres años después de su lanzamiento original. Además, y aunque fue nominada al Oscar en 1976, no fue hasta 1977 cuando fue lanzada comercialmente en algunas ciudades de los Estados Unidos.








La película es bastante violenta, pero es comprensible con el golpe militar de 1973 muy en mente. Como dice un artículo publicado en el Blog chileno Vidas en 35 Milímetros, “Ver Actas de Marusia es como verse en un reflejo, es extraño sentir un Chile con otro acento y con otro color de piel, es extraño ver a algunos militares con bigotes de charro, pero es familiar también ver el polvo, la sequedad y la arrogancia del míster europeo. Actas de Marusia al final es una película como los hijos del exilio, que no pertenece al país que recibe ni al país que destierra. Una película apátrida que asemeja a muchos de nuestros compatriotas que aún sufren el dolor de toda tierra… y la sensación de no pertenecer.

Y es que, aunque este filme fue completamente filmado en México, con actores y equipo técnico en su mayoría mexicanos, y un tema de represión militar que no nos era tan ajeno, muchos compatriotas ven a esta película como una rara avis, que no se puede considerar completamente mexicana por la nacionalidad de su director, la contextualización de su argumento y un protagonista extranjero, amén de una realidad dura de observar en la pantalla y sin final feliz, lo que la ha mantenido ignorada por la gran mayoría del público nacional. Por eso quizás sea mejor decir que es un filme del exilio, que no pertenece a ningún lugar, que refleja una realidad común, compartida por todos los pueblos oprimidos.










A partir de Actas de Marusia, Littin adquirió un status de cineasta latinoamericano. Adaptó obras de Alejo Carpentier (El Recurso del Método, 1978), de Gabriel García Márquez (La Viuda de Montiel, 1979) y de Pedro Prado (Alsino y el Cóndor, 1982, también candidata en los Oscar por Nicaragua), todas con gran presupuesto.




En 1985 el director regresó a Chile para filmar clandestinamente una crónica de la dictadura. Su osadía inspiró el libro de Gabriel García Márquez Aventura de Miguel Littin, clandestino en Chile, que se transformó rápidamente en un best seller en el mundo. Las imágenes tomadas por Littin en Chile son la base del documental Acta General de Chile, de 1986. La última cinta del realizador ha sido hasta el momento el drama Dawson Isla 10, también basado en el golpe militar de su país en 1973, y estuvo nominada al Goya como Mejor Película Hispanoamericana en 2010.

Por último, cabe recordar las palabras expresadas por el realizador chileno en la entrevista concedida a Armando G. Tejeda acerca de su sentir por México. Hasta la próxima.


“…Yo viví 11 años en México, uno de los momentos más importantes de mi vida. Yo lo recuerdo como la época en la que un joven se convirtió en adulto. Siempre -mi familia y yo, incluso ahora que vivimos en Chile- nos sentimos exiliados de México. Las patrias de uno se hacen en relación a los afectos, a los amigos, a los lugares donde uno logra nuevamente colocar la cámara en el trípode y comienza a filmar.
…Yo siempre pienso que México es mi otra patria. No es mi segunda patria, sino mi otra patria. Yo me siento latinoamericano, en cuanto y tanto me siento mexicano. Creo que México es la puerta que se me abrió para que yo entendiera cual era la esencia del ser americano.”
 










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